sábado, 19 de octubre de 2013

Sentí el poder de mis pies, la adrenalina en mis lágrimas. Sentí a penas las veces en que los coches mojaron mi ya mojada alma, como las veces en las que por la espalda me traicionaron. El dolor en mi pecho y la frase "sólo sigue nadando y reza por encontrar la luz" que los griegos pescadores a pulmón decían cuando atravesaban largos túneles submarinos esperando encontrar la salida que les dejaría respirar de nuevo, sólo seguí nadando entre sombras y luces, entre rostros anónimos y sombrillas negras. ¿Y la luz?

Tantas veces que uno cae, uno se termina volviendo amigo del suelo. Tantos golpes que uno recibe, que ya no siente otro más. Pero uno sigue nadando... ¿Y la luz?

Caminé con el orgullo de no sentir cansancio. Caminé con la adrenalina del dolor que te impulsa a hacer cualquier cosa que termina en nada. Caminé viendo mis pasos y mis mojadas botas, sintiendo la obscuridad y oliendo mi tristeza... ¿Y la luz?

Es 18 otra vez. 18 sin él.
"No me dejes sola" fue lo único que le pude decir a mi madre y supe que sería la única cuyo "no lo haré, aquí estoy" era en serio. 
Estar en una relación no significa dejar de ser humanos, dejar de ser individuos independientes.